miércoles, 28 de octubre de 2009

La niebla


Las nubes querían llegar al suelo. Se desgranaban desde las cercanas montañas, como en jirones de telas deshechas, raídas por el tiempo. Y esa calma algodonosa, con su atmósfera asfixiante, envolvía el pequeño pueblo de casas arracimadas, que se inclinaban en precario equilibrio sobre los riscos, muriendo en la carretera llena de sinuosas curvas.

Llevaba un rato conduciendo cuando vislumbró ese pequeño oasis de aplastante misterio húmedo. Paró el motor y se quedó mirando los negros tejados inclinados, apenas visibles entre las capas de neblina que creaban esa atmósfera espectral. Fascinada, impelida por una fuerza que no lograba comprender, bajó del vehículo, aún en plena carretera. Sintió como los cabellos se le humedecían inmediatamente, encrespándose y retorciéndose, como atemorizados por la fantasmal aura que desprendía la imagen. Sorprendida, sintió como sus pulmones, como todo su ser, se llenaban con aquella neblina mágica y espesa, que desplazaba todo lo que alguna vez había estado ahí, y la dejaba llena de ese misterioso gris blanquecino que ocultaba todo, dejando apenas visibles las siluetas de los negros edificios que alguna vez albergaran el dolor en su interior.

1 comentario:

Pàola Morillo Saaghy dijo...

A Paulette le ha encantado toparse con tu Blog, sí que sí.

Un beso ;)