martes, 28 de abril de 2009

One

No acostumbro a hacer este tipo de entradas pero tú sabes por qué lo hago.
(Still loving you)



Is it getting better, or do you feel the same?
Will it make it easier on you, now you got someone to blame?
You say one love, one life,
when it's one need in the night.
One love,
we get to share it
Leaves you baby if you don't care for it.

Did I disappoint you or leave a bad taste in your mouth?
You act like you never had love
and you want me to go without.
Well, it's too late tonight to drag the past out into the light.
We're one, but we're not the same.
We get to carry each other, carry each other...
One

Have you come here for forgiveness?
Have you come to raise the dead?
Have you come here to play Jesus
to the lepers in your head?

Did I ask too much, more than a lot?
You gave me nothing, now it's all I got.
We're one, but we're not the same.
Well, we hurt each other,
then we do it again.

You say love is a temple, love a higher law
Love is a temple, love the higher law.
You ask me to enter, but then you make me crawl
And I can't be holding on to what you got, when all you got is hurt.
One love, one blood, one life, you got to do what you should.
One life with each other: sisters, brothers.
One life, but we're not the same.
We get to carry each other, carry each other.
One life,
One.

lunes, 27 de abril de 2009

Tu recuerdo

Te recuerdo como siempre: grande, sorprendentemente ágil, frenética ardillita imparable enfundada en tu “babi” azul con puntitos blancos, moviéndote de acá para allá en la diminuta cocina de tu casa de Mazarrón.

Recuerdo el olor a buñuelos recién hechos y chocolate caliente en las mañanas de verano, cuando mis padres me dejaban que pasara allí unas semanas contigo. Recuerdo tu granizado de limón casero y tus “mini-polos” hechos con una cubitera y palillos. Recuerdo tu bañador negro y cómo te gustaba quedarte conmigo cerca de la orilla mientras yo buceaba. Recuerdo las meriendas con galletas María y chocolate a la orilla del mar, cuando el hambre atacaba feroz después de pasarnos tantas horas en el agua que se me arrugaban las yemas de los dedos.

Recuerdo cómo te gustaba malcriarme, me consentías casi todo (al fin y al cabo fui tu primera nieta, aunque a los demás también los consentías). Recuerdo lo estupendo que era que me dejaras ponerme tus faltas, que me servían de vestido y aún me arrastraban, y tus tacones y que me paseara zapateando por toda la casa. Recuerdo lo estupendo que era saltar en tu cama, tan blandita y enorme y cómo me decías susurrando: “no se lo digas a tu madre”, aunque tu ya sabías que ella lo sabía y se hacía la tonta. Recuerdo tu caldo con pelotas y tu guiso de carne con patatas que tanto me gustaban y que no faltaban siempre qui iba a visitarte. Recuerdo las tardes jugando a las cocinitas en el patio de tu casa, rodeada de una batería de cocina en miniatura y con un puñadito de lentejas, garbanzos o habichuelas que siempre me dabas de tapadillo y que me hacía sentir tan “mayor”.

Recuerdo tu voz, grave y dulce al mismo tiempo y ese “seseo” que susurraba a gritos tu lugar de procedencia. Recuerdo tu fuerza y tu vigor, siempre haciendo algo o apunto de hacerlo. Recuerdo tus manos, grandes y ásperas de tantos años de trabajo. Recuerdos tus ojos vivos y brillantes, que parecían estar sonriendo siempre.

Pero ya no recuerdo más. Tus últimos años, cuando esa enfermedad cruel dejó tu cuerpo como una cáscara vacía, un mero envoltorio de lo que una vez fuiste, no existen para mí. Cuando el brillo de tus ojos se apagó y se convirtió en una acuosidad opaca, dejaste de ser tú.

Por eso te recuerdo como siempre, dicharachera y hacendosa, moviéndote por tu cocina con la vieja radio de fondo y tu “babi” azul con puntitos blancos revoloteando alegremente en torno a tu enorme corpachón.





Hasta siempre, abuela.

jueves, 16 de abril de 2009

Una vez más


“Siempre has vivido conmigo. En ocasiones te he controlado y otras muchas me controlas tú a mí. Puedo sentir tu presencia en cada momento, planeando como una sombra amenazadora y opresiva que me persigue, que me amenaza y que me aterroriza hasta la total parálisis.

Hace un tiempo que esa sombra no se aparta de mí. Me sigues a todos lados como un invitado molesto al que no se puede echar. Te deslizas a mi lado silenciosamente, pero tenaz. He intentado evadirte, escaparme de ti. Te he intentado despistar con mil y una tretas, trucos estúpidos que sabía de antemano que no iban a funcionar porque, me guste o no, ya eres parte de mí.

Eres ese dolor sordo en el pecho. Eres esa opresión que me impide respirar con normalidad. Eres esa inquietud que me asalta por la noche, a oscuras en mi cama, y que no me deja dormir. Eres la pesadilla que me arrebata el poco descanso que tengo cuando el sueño te vence al fin. Eres el escalofrío que sacude mi cuerpo cuando bajo la guardia apenas un segundo.

Lo has vuelto a conseguir. Una vez más, has logrado marchitar la vida que empezaba a latir en mí. La palidez y las ojeras vuelven a mi rostro, encontrando cómodamente el hueco horadado de mi piel que las espera con resignación. El velo que me enturbia la mirada apaga sin problemas el tímido brillo que mis ojos, sorprendidos aún, desconocían. Mi mente bulle frenética, zumbando como un avispero que me nubla la razón. Has vuelto con fuerza y me quema la desazón, como el escozor de una herida abierta al contacto con el mar.

Eres parte de mí, una parte que aborrezco. Ya no puedo escapar. Tampoco me quedan ganas de fingir, aunque dudo que sirviera de algo. Has vuelto. Y traes al resto de mis fantasmas. Una vez más. Has vuelto a casa, Ansiedad.”

martes, 14 de abril de 2009

Tópicos típicos


¡Anda la leche! Resulta que estaba esta mañana echándole un vistazo al periódico (deformación profesional, qué queréis que le haga) y me he tropezado con una de esas noticias digamos “curiosas”, de las que no sabes si te dan ganas de reír o de llorar. Me explico.

Seguramente todos habréis visto en televisión el anuncio del nuevo “atasca-arterias” de la factoría americana de sueños saturados de grasa Burger King. Me refiero a la “Texican whooper” (qué alarde de ingenio en el nombre, ¿verdad?), esa “cosa” en cuyo anuncio aparece un tópico luchador mexicano, de esos que llevan la cara cubierta con una máscara, buscando compañero de piso y se le presenta el no menos tópico vaquero del Lejano Oeste americano (oh, yeah!). Total, que al final acaban viviendo juntos y el mensaje es algo así como: “la unión perfecta entre México y Estados Unidos”.

Hasta aquí todo normal. Como decía, una campana “graciosa” (a su manera), poco ingeniosa y nada original, que juega con la idea de que la “extraña pareja”, la unión entre opuestos, puede funcionar y que la convivencia intercultural armónica es algo más que una mera ilusión fruto de las actuales (y cada vez más de moda) políticas del buen rollito. Insisto, nada extraordinario o, a priori, criticable. Como mucho, reprocharles a los creativos de la agencia Crispin Porter+Bogusky que vivan en los mundos de Yupi a estas alturas y que no se hayan roto mucho la cabeza por una campaña que, probablemente, les habrá supuesto una burrada en ingresos.

Pues no. Resulta que ahora va el embajador de México en España y dice que en su país se sienten terriblemente ofendidos por la campaña (que se ve que desde la compañía ya lo veían venir porque esta hamburguesa directamente NO se ha comercializado en los USA ni en el ofendido México). Según el embajador, el uso de la bandera nacional en el trajecito del luchador mexicano es una “ofensa” que “denigra la imagen de su país”. Con todos mis respetos, Sr. Zermeno, no nos joda.

Personalmente me deja al fresco la campañita en sí (insisto en que es de lo más normalita) pero en cuanto al tema de los tópicos, tengo algo que decir: ajo y agua. A ver si me entendéis, España lleva años (pero muchos, eh?) aguantando tópico tras tópico con todo estoicismo. Que si “Sangría, Sun and Sex”, que si flamenco y sevillanas, que si toros, que si paella, que si “Spain is different” o el odioso “Typical Spanish” que tanto me revienta personalmente. Si no me creéis, preguntadle a cualquier extranjero qué sabe de España: si “Ole, ole”, “fiesta”, “toros” o “Ibiza” no son sus primeras respuestas, reconoceré mi tremendo error.

Pero no solo nuestro país tiene esos clichés. Pensad, por ejemplo, en Rusia. ¿Qué se os viene a la cabeza? Un montón de tiarrones rubios, altos, con gorritos de piel, bebiendo vodka y dando pataditas en cuchillas. ¿Italia? Unos morenos de ojos oscuros, que sólo comen pasta, beben Capuccino y piropean a las mujeres hasta cansar. (Ah! Y mafiosos)
Y así podríamos seguir hasta cansarnos. De ahí que, sinceramente, no encuentre ningún motivo para tanto revuelo ni tanta polémica. Es un anuncio, son unos tópicos y punto. P

Así que, amigos mexicanos, no os llevéis las manos a la cabeza. Todos los países tienen sus tópicos, esas ideas sobre ellos profundamente enraizadas en el imaginario popular, que, para echar mano de una expresión castiza, “no las sacas ni con aguarrás”.





Si alguien quiere echarle un vistazo a la noticia en cuestión, el enlace es http://www.elpais.com/articulo/internacional/Mexico/declara/ofendido/Burger/King/elpepuint/20090414elpepuint_9/Tes

Stand by

"Había tenido un día extraño. Deambuleándo de acá para allá, casi arrastrándome más bien, no me sentía como debía de ser.

Una extraña sensación de vacío en mi pecho me había llevado a preguntarme una y otra vez qué era lo que no marchaba, qué se me había perdido que no lograba indetificar.

Apreté los ojos con fuerza bajo el agua hirviente de la ducha, que me pinchaba como miles de diminutas agujas incandescentes sobre mi piel.

- ¿Estas bien?- la voz preocupada de Carolina resonó en mi cabeza-No te veo buena cara, ¿has descansado?

-Sí, no te preocupes...Es que llevo unos días algo estresada con el trabajo, ya sabes...-dije, ensayando una mueca cuidadosamente despreocupada.

Había seguido comiendo bajo su mirada escudriñante aunque pretendidamente desinteresada y, después del café, me había escurrido rápidamente de su examen obstinado con algún tipo de excusa estúpida que ya no podía recordar.

Temblé de frío al salir de la vaporosa mampara. Me vestí con prisa, apremiada por la angustia de mi cara en el enorme espejo del baño. Hacía meses que tenía esas sombras oscuras debajo de mis ojos, ahora apagados y fríos. Hacía meses que no me reía con la mirada.

Me puse la bata y me deslicé hasta la sala de estar donde la tele, muda, permanecía encendida sin que nadie la mirase. Decidí que no tenía hambre suficiente (¿o eran ganas suficientes?) como para ponerme a cocinar y abrí el libro que estaba leyendo.

Bufé cuando, irremediablemente, llegué a una de esas partes tediosas que últimamente no soportaba y lo dejé. Apagué el televisor y la casa se quedó sumida en una calma sepulcral.

Me quedé absorta, mirando mi reflejo en la pantalla osbcura de la tele. Parecía una suerte de muñeco desmadejado, medio sentada medio tirada en el sofá, escudriñé mi rostro en busca de alguna señal, alguna pista que me indicase qué iba mal.

De repente, sin saber muy bien cómo, algo hizo "clic" dentro de mi...Y empecé a llorar. Lloré mi rabia y mi pena, lloré mi soledad. Llore en silecio, lavándome el alma con las amargas lágrimas que tantos meses había logrado retener. Lloré hasta quedar exhausta y después, rendida, fui poco a poco perdiendo la consciencia en el sofá.

Y entonces, en ese extraño estado que fluctua entre la vigilia y el sueño, cuando el mundo se sumerje en las brumas de lo irreal, lo supe. Ya sabía qué andaba mal. Y suspiré aliviada.

Mi corazón. Lo había tenido en "stand by" desde que él se marchó."