miércoles, 12 de marzo de 2008

Planes de futuro...


Hay veces que necesito soñar con el futuro... Necesito alejarme del día a día, del agobio de todo lo que llevo adelante (más de lo que objetivamente puedo; no es que sea una supermujer, hay muchos que hacen mucho más que yo, pero es que abarco todo y más) y pensar...
No siempre son grandes planes, me conformo con cosas pequeñas, pero sueño con huir, alejarme de todo y poder VIVIR.
Sé que queda mucho para eso, porque el VIVIR con mayúsculas solo se alcanza tras años de esfuerzo y sacrificio, que nada es facil y que aquí nadie da duros a cuatro pesetas, pero me desespera el esperar... Llevo toda mi vida estudiando, luchando, persiguiendo un sueño que siempre esta al alcance de la mano pero que aún no llego a rozar...Y necesito al menos tocarlo, solo un poquito, acariciarlo y regodearme en él...
Quiero un HOY, no una promesa de mañana, porque de nada sirve hacer castillos en el aire sobre un futuro que es siempre incierto...
De nada sirve saber lo que se quiere sin saber si lo podrás alcanzar...

"Vida es lo que nos pasa mientras nosotros perdemos el tiempo haciendo otros planes" Jonh Lennon

sábado, 1 de marzo de 2008

Caballeros de la vieja escuela

El otro día, patinando por la calle, me encontré a uno de esos abueletes que yo defino como "Caballero de la vieja escuela". Venía de comprar, porque llevaba unas cuantas bolsas colgando del brazo, y al pasar yo, me cedió el paso sin dudarlo, con una sonrisa radiante y un ademán tan encantador que no pude sino pensar que, cuando fue joven, se tuvo que llevar a las señoritas de calle.
Y, al pasar, me quedé pensando que era una pena que ya no queden muchos como él. estos abueletes que ves con su traje de chaqueta (sea invierno o verano, la elegancia manda); su sombrero de fieltro, que retiran o levantan respetuosamente delante de una dama; su flor en el ojal o su pañuelo blanco inmaculado en el bolsillo.
Esos caballeros que sabían qué era el honor, la dignidad, el respeto hacia ellos mismos y hacia los demás. Esos que vieron los horrores de una guerra, de una lucha entre hermanos; las penurias del ambre y la postguerra; el yugo de un régimen que los ahogó durante cuarenta años; y de los que ningún gobierno se acuerda.
Son hombres como lo fue mi abuelo o como lo pudo ser el de cualquiera y ahora son una especie en peligro de extinción; el último reducto de una generación que nadie recuerda, que nadie homenajea, a quienes ninguno de nuestros hipócritas políticos dedica la más mínima atención ahora que estamos en campaña, y es que, admitámoslo, un sector tan minoritario no interesa a nadie.
Menos a sus nietos.
Yo añoro a esos caballeros. Esos que te hacían sentir mujer sin discriminarte, sino radiantes y respetuosos, con una sonrisa, porque una mujer era el ser más bello y delicado, como la flor que colocaban con un mino infinito en su ojal.