martes, 14 de abril de 2009

Stand by

"Había tenido un día extraño. Deambuleándo de acá para allá, casi arrastrándome más bien, no me sentía como debía de ser.

Una extraña sensación de vacío en mi pecho me había llevado a preguntarme una y otra vez qué era lo que no marchaba, qué se me había perdido que no lograba indetificar.

Apreté los ojos con fuerza bajo el agua hirviente de la ducha, que me pinchaba como miles de diminutas agujas incandescentes sobre mi piel.

- ¿Estas bien?- la voz preocupada de Carolina resonó en mi cabeza-No te veo buena cara, ¿has descansado?

-Sí, no te preocupes...Es que llevo unos días algo estresada con el trabajo, ya sabes...-dije, ensayando una mueca cuidadosamente despreocupada.

Había seguido comiendo bajo su mirada escudriñante aunque pretendidamente desinteresada y, después del café, me había escurrido rápidamente de su examen obstinado con algún tipo de excusa estúpida que ya no podía recordar.

Temblé de frío al salir de la vaporosa mampara. Me vestí con prisa, apremiada por la angustia de mi cara en el enorme espejo del baño. Hacía meses que tenía esas sombras oscuras debajo de mis ojos, ahora apagados y fríos. Hacía meses que no me reía con la mirada.

Me puse la bata y me deslicé hasta la sala de estar donde la tele, muda, permanecía encendida sin que nadie la mirase. Decidí que no tenía hambre suficiente (¿o eran ganas suficientes?) como para ponerme a cocinar y abrí el libro que estaba leyendo.

Bufé cuando, irremediablemente, llegué a una de esas partes tediosas que últimamente no soportaba y lo dejé. Apagué el televisor y la casa se quedó sumida en una calma sepulcral.

Me quedé absorta, mirando mi reflejo en la pantalla osbcura de la tele. Parecía una suerte de muñeco desmadejado, medio sentada medio tirada en el sofá, escudriñé mi rostro en busca de alguna señal, alguna pista que me indicase qué iba mal.

De repente, sin saber muy bien cómo, algo hizo "clic" dentro de mi...Y empecé a llorar. Lloré mi rabia y mi pena, lloré mi soledad. Llore en silecio, lavándome el alma con las amargas lágrimas que tantos meses había logrado retener. Lloré hasta quedar exhausta y después, rendida, fui poco a poco perdiendo la consciencia en el sofá.

Y entonces, en ese extraño estado que fluctua entre la vigilia y el sueño, cuando el mundo se sumerje en las brumas de lo irreal, lo supe. Ya sabía qué andaba mal. Y suspiré aliviada.

Mi corazón. Lo había tenido en "stand by" desde que él se marchó."

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