viernes, 24 de julio de 2009

A contracorriente


No, no soy como tu.

Ni quiero serlo.

No quiero dejarme los huesos persiguiendo un sueño de cartón y magia tecnológica que te venden a través del espejito de cristal que guardas en tu salón.

No quiero ser una Barbie princesa que vive en su mundo de nubes rosas de algodón, sonrisas blanqueadas y moreno de sol artificial y es perfecta haciendo lo que los demás esperan de ella.

No quiero vivir conforme al dictado de una aguja tiránica y cruel, siendo una de las miles de copias clónicas que cambian de personalidad como de corte y color de pelo cada temporada porque creen que los maniquís son su único Dios y realidad.

No quiero un palacio de oro que sea la jaula de mi ilusión, donde esperar suspirando a un caballero que me salve del dragón que se esconde entre el armario de la limpieza, el cesto de la ropa sucia y la cocina.

No, no soy como tu.

Nunca lo seré.

Ni he querido serlo.

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